sábado, 5 de abril de 2008

D.R.I. reinicia conspiraciones.

Ahora mismo tengo que hacer un jurgo de cosas: entregas de trabajos, colorear el cuaderno de Cálculo, hacer el libro, parciales, e te ce. Y como siempre soy tan ordenada y consecuente con mis cosas, me puse a hacer algo muy inteligente: abrir un blog de nada, siendo éste más o menos mi quincuagésimo intento en el asunto =P.

Se me ocurrió revisar un librito que me había gustado mucho hace un tiempo: Retrato del Artista Adolescente. James Joyce. Un librito hermoso. Y como en realidad no tengo mucho por decir, y menos al lado de tan conmovedoras líneas, cedo la palabra.

"Allá en otros tiempos (y bien buenos tiempos que eran), había una vez una vaquita (¡mu!) que iba por un caminito. Y esta vaquita que iba por un caminito se encontró un niñín muy guapín, al cual le llamaban el nene de la casa… Este era el cuento que le contaba su padre. Su padre le miraba a través de un cristal: tenía la cara peluda. Él era el nene de la casa. La vaquita venía por el caminito donde vivía Betty Byrne: Betty Byrne vendía trenzas de azúcar al limón. Ay, la flores de las rosas silvestres en el pradecito verde. Ésta era la canción que cantaba. Era su canción. Ay, las floles de las losas veldes. Cuando uno moja la cama, aquello está calentito primero y después se va poniendo frío. Su madre colocaba el hule. ¡Qué olor tan raro! Su madre olía mejor que su padre y tocaba en el piano una jiga de marineros para que la bailase él. Bailaba: Tralala lala, tralala tralalaina, tralala lala, tralala lala."